Llueve
y tu casa está cerrada
a la tristeza
que soy.
Porque estoy triste estoy
solo
y porque estoy solo estoy
afuera
afuera
esperando
a que tu mano salga
y me invite a pasar.
Pero tu mano no llega y aún
afuera
llueve.
y tu casa está cerrada
a la tristeza
que soy.
Porque estoy triste estoy
solo
y porque estoy solo estoy
afuera
afuera
esperando
a que tu mano salga
y me invite a pasar.
Pero tu mano no llega y aún
afuera
llueve.
(Y tu puerta sigue
cerrada
al afuera
que muero.)
Guillermo Barber Soler
Me gustó ese paréntesis final. Es como una imagen del círculo cerrado que decribe la situación.
ResponderEliminarEn realidad la cadencia se percibe desde los primeros versos. Me llegó claramente ese encierro pendular. Claustrofóbico.
Y ya te dije Guillo, venite a tomar unos mates a casa. Sé que no es lo mismo, pero al menos esperas sin mojarte y te distraes un poco.
¡Qué mes mojado! Y qué desesperante el poema. Porque si todo depende de la invitación y la puerta está cerrada, ¿para qué la abrirá esa persona a las molestias de la lluvia? ¿Será tu protagonista la lluvia misma?
ResponderEliminarMe gusta lo cíclico del poema. Lo formal hace mucho a tu contenido. Se experimenta como una suerte de encierro "agorafóbico". Esa lluvia que es lo indeterminado; y la mano y la casa y la puerta que es lo determinado. Spinoza se equivocó, la fórmula debería ser así: "Omnis determinatio afirmatio est". Porque solo entrando, parece que te salvás...
ResponderEliminarSí, sí, sí, tal cual todo lo que dicen. Es más, cuando empezó a llover en pleno agosto pensé "¡Vamos, ahora mi poema se va a entender mejor!". Me tenía preocupado que no lloviera y la lectura fuera desde un vano recuerdo.
ResponderEliminarY quizá es -como dicen- como el encierro de estar afuera, en un afuera que no importa. ¡Importa el adentro, el "alguien" que me dé la mano!
Como bien dice Fede, todo depende de la invitación, y nosotros acá, afuera, solos. ¿Quién nos va a invitar? Me viene a la cabeza: "Y cuando llegaste me miraste y me dijiste: Loco, estás mojado, ya no te quiero".
Así como a simple vista, esa mano que esperamos nos invite, que necesitamos nos invite, puede ser la de ella o la de Dios. A ella otra vuelta le dije: "¿Puedo pasar?" y pasé. Debería probar lo mismo con Dios, ¿no?
Hermoso poema, angustiante, desesperante y mojado. Coincido con los demás comentadores, se siente el encierro afuera. Se me vino la imagen de un perro echado de la casa, durmiendo en la puerta, bajo la lluvia.
ResponderEliminarEl paréntesis final me pareció impecable, un poco drástico, pero muy bueno.
¿Se le puede decir así a Dios, un simple "¿puedo pasar?"? ¿Y si ella te responde que no cuando le preguntás?
Y... calculo que si te responde que no te vas a la mierda y no volvés nunca más, jajajaja. Por lo menos no te quedás esperando.
ResponderEliminar"Hola, soy Dios. No, no te molestes que ni existo". Pero no, claro, eso nunca te lo va a decir.