domingo, 12 de agosto de 2012

Llanto (Lydia Zubizarreta)

Cabeza de mujer llorando con pañuelo, Picasso



“Preferiría batirme en medio de tormentos,
que soportar tantas dichas de la vida.”
 Cinco canciones sobre textos de Goethe
Franz Schubert




No soy como Goethe.  No me atraen los tormentos.   En cambio, soy adicta a lo agradable y me dejo llevar por las dichas.  Se ve claramente que soy una persona básicamente feliz.  Ser feliz no es un rasgo distintivo.  Es, sí, una circunstancia y una conciencia. 
Nací en una familia de padres que se amaban, y que eran tal como en la canción de cuna de Porgy and Bess: “your dad is rich and your mom is good looking” (tu papá es rico y tu mamá es bonita), por lo tanto, pocas razones para la tristeza, muchas para la alegría. 
Mi casamiento recibió todas las bendiciones ya que Jorge y yo estamos bien, seguimos juntos y felizmente casados.  Nos hemos ayudado mutuamente a crecer y a desarrollar nuestras vidas.  Tuvimos momentos difíciles, incluso de antagonismo, pero los resolvimos y los fuimos superando.  Hoy vivimos agradeciendo el estar juntos, acompañándonos, disfrutando de cada momento.  Nuestros cuatro hijos, nuestros hijos políticos y varios nietos, constituyen una familia sana que se quiere y aprecia los momentos de estar juntos.  Somos todos distintos: unos rubios, otros morochos, unos tranquilos, otros inquietos, unos espirituales, otros racionales, alguno con inclinaciones artísticas, otros más deportistas, una que es pura bondad, otro que es pura simpatía, otro de gran capacidad, una que es pura gracia.  Una familia es un universo.  Muy buenos amigos nos han acompañado a lo largo de la vida.  Se puede decir que hemos estado rodeados de personas que nos han dado lo mejor de sí mismas, trátese de relaciones de amistad o de trabajo.
A pesar de todo tengo mi lado oscuro. Cada tanto siento algo así como una melancolía, una especie de inquietud.  Es un sentimiento que puede calificarse como romántico en el sentido que le dieron Goethe y Schubert.  Me invade una nostalgia, una ansiedad, algo muy subjetivo.  El hecho de haber sufrido la temprana muerte de mi padre ha marcado mi vida.  Experimento la finitud, la debilidad, la vulnerabilidad, toda clase de limitaciones e inhibiciones.  Mi conciencia, por momentos, estalla en impotencia y soledad.  Necesito volver a centrarme, volver a encontrar mi paz. 
Así soy, llena de contradicciones.  Un ser complejo a quien cada experiencia enseña a vivir y a ubicarse en la vida.  Voy desarrollando el sentido de lo trágico.  También, el sentido del humor (aunque nunca tanto como me gustaría). Sin estos dos sentidos, imprescindibles complementarios, ¿quién lograría llevar adelante el esfuerzo y la disciplina del trabajo cotidiano?   ¿Quién podría disfrutar de los momentos de paz y de creatividad?  ¿Quién conocería algo, quien sería capaz de amar?  “El amor es como un niño recién nacido, hasta que no llora no se sabe si vive”, al decir de Jacinto Benavente.
¿Quiénes somos, en verdad?  ¿Podemos confiar en nuestras propias fuerzas?  Débiles o fuertes, las circunstancias son independientes de nuestros gustos y preferencias.  A través de la risa, a través del llanto, la vida sigue, indiferente. 
Para mí hay una única garantía de paz y de esperanza.  Se trata de la invitación de Jesús cuando nos dice: “Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.  Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.  Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.  


Lydia Zubizarreta
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4 comentarios:

  1. Gracias Lydia por compartir tu balance de la mezclita que es la vida.
    Me gustó eso de que la felicidad es una "circunstancia y una conciencia".
    Y como tu "conciencia es capaz de estallar por la impotencia y la soledad".
    Ese estallido se hace escuchar en la imagen de Picasso que elegiste.

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  2. Sí, la imagen de Picasso es muy elocuente, pero yo hubiera elegido otra de tus acuarelas, Lydia! Tu conclusión es más apaciguadora me parece. Esta mujer en llanto es muy desgarradora al estilo tormentoso de Goethe. Pero como dice Marisa está buena para ilustrar ese balance que hacés!

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  3. Para mi, tanto esta obra de Picasso como la frase de Goethe tienen algo de humorísitico. Lo solemne siempre me causó gracia. Por eso elegí esa frase y esa ilustración que parecían corresponderse.

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  4. Ah, si lo miramos del lado del humor o la ironía se redefine la imagen!

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