http://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Santos_Disc%C3%A9polo
Yo
ya yiré. Yazgo en un catre. Acompañado por un termo con agua caliente, yerba,
por supuesto, y algunos yuyos medicinales. Y por mi gato, Yiyo. Recuerdo el
tango de Discepolo, Yira, con esos versos tan metidos en nosotros, Con algunas
licencias poéticas y con el sentimiento a flor de piel “Cuando la suerte que es
grela, fayando, fayando”.
Yamila,
entretanto, me visita. Y me endilga esas cosas que me llenan de pasión y no sé
si se me yuxtaponen las neuronas, si son ayes o armonías las que surgen de mi
yo.
-
Ay, mi vida. Soy capaz de entregarte todo. Las yemas de mis
dedos, mi yeyuno, y hasta algún pelito del sexo. Esos que dicen que tiran más
que yunta de bueyes (unidos por un yugo, por supuesto). ¿Te acordás cuando jugábamos
al yoyo? ¿O cuando yacíamos en el pasto, después de simular un combate de yudo,
para abrazarnos y algo más? Muy chévere todo.
-
Y yo, Yayo, también te entregué todo. ¿ Y el primer tango
que bailamos, La Yumba? No creas que yacer es entregarlo todo. Estamos juntos,
ya, y por siempre.
No
pude seguir hablando con ella. Aparecieron dos amigos y nos cortaron el
diálogo. Yanina y el vasco Yrigoitia. ¿Y? Después la seguimos-
¡Muy divertido José María, tu estilo canyengue! Me gustó eso de Yamila yuxtaponiendo neuronas. Linda forma de enamorar, ¡éste que!, ¿no?
ResponderEliminarSí, muy graciosas también tus licencias poéticas y ortográficas!
ResponderEliminarMe encantan los nombres que conocés o no sé si los inventas, El gato Yiyo y demás!