Edith Stein
http://www.carmel.asso.fr/Edith-Stein-sa-vie.htm
“De esta manera se hace de nuevo patente hasta qué punto
en la vida espiritual están unidos el sentido y el vigor. Igualmente se hace
claro, que aquí no se trata de un proceso natural, sino de un llamado y una
respuesta.” Edith Stein
Hace
unos años me contaba un vecino que es el mayor de 12 hermanos que en su casa
cuando la madre los llamaba a comer, no llegaba a terminar la frase (“¡A comer!”)
que ya estaban todos sentados a la mesa. “Si te demorabas corrías el riesgo de
quedarte sin comida”, agregaba sonriendo. En casa, en cambio hay que rogarles insistentemente
para que vengan a la mesa. “¡Qué diferencia!” Pensaba. Les vendría bien pasar
un poco de necesidad a los míos.
“No
hay mejor salsa que el hambre”, opina mi tío que es un excelente cocinero.
Y
sí… es así, es cierto. Cuando nos llaman a comer y tenemos hambre, nuestros
movimientos se desatan espontáneamente
atraídos por lo que esa voz anuncia y por añadidura gozamos más de la comida.
Como cuando uno está sediento y corre a tomar un vaso de agua fresca. ¡Qué
placer el encuentro de la sed con el agua!
Esta
dinámica que en el ámbito de lo biológico es tan clara puede reconocerse a su
vez en la vida psíquica y espiritual. ¿Cuándo nos «ponemos
en movimiento», trabajamos, nos concentramos,
nos organizamos, nos esforzamos, con mayor espontaneidad, sino cuando somos
atraídos por algo? Cuando un proyecto, una persona, un tema de estudio, nos llaman, hacen eco en nuestro deseo.
El
modo más espontáneo, vigoroso y placentero de obrar es una respuesta al llamado de aquello que nos atrae porque realmente
lo deseamos.
La
capacidad de hacer obrar a los demás por
atracción fue atribuida por Aristóteles al estilo divino de iniciar un
movimiento. “¿Cómo puede Dios mover a los seres sin moverse Él mismo?”, se
preguntaba (para Aristóteles era muy importante que Dios no se moviera, por razones en las que ahora no podemos entrar). A
lo que respondía: “Por atracción hacia Sí”.
Decimos
que algo es «atractivo»
o «bello».
Y el sustantivo belleza y el verbo llamar, tienen la misma raíz en griego. La
belleza llama, promete saciedad, gozo. “Bello es lo que visto agrada” (Santo Tomás),
agrada el agua, el alimento, aquella persona, la tarea, el tema… La belleza
llama.
Quien
se deja arrastrar y la alcanza, da a luz en sí una vida más plena.
Eros,
(el deseo, el amor indigente) busca engendrar una vida nueva en la belleza (Platón).
Y para San Agustín la sed de ese deseo es algo divino, ha sido puesta por
Dios en el hombre. Todo es don: el deseo y aquello que lo sacia. ¿Lo que nos
atrae y moviliza son en el fondo palabras divinas que hacen eco en nuestro (divino)
deseo? ¿Entramos en una conversación con lo Sagrado que busca despertarnos a la
plenitud de la vida? San Agustín en esa conversación, le rogaba a Dios que
ensanche la sed de su deseo.
A
la inversa, cuando algo no nos atrae espontáneamente, nos cuesta dirigirnos a
ello. Nos tienen que empujar. Hay distintas maneras de empujar. Crear culpa es
una manera de empujar “La culpa mueve al mundo”, dice siempre mi hermano menor. Nos
empuja a un modo de obrar coaccionado. Obrar por culpa o por miedo. No nos
sentimos totalmente identificados con la dirección a la que se nos empuja. Pero
no soportamos la culpa o el miedo. Ha sido una manera muy eficiente de mover a la gente para lograr objetivos en la historia
de la humanidad. Pero ya no goza de buena prensa, exceptuando entre algunos
dinosaurios. Otra manera de empujar es seducir con engaños: el glamour de la propaganda, los espejitos
de colores de la fama, la belleza plástica de los fetiches nuestros
de todos los días que mantienen la máquina calentita en funcionamiento a los empujones.
La engañosa seducción ocupa el espacio abandonado por el miedo y la culpa.
Quizás un tema de nuestro tiempo sea nuestra pasividad, nuestro tener que ser
movidos a los empujones por la asfixia y confusión del deseo. Los calambres del amor. La pequeñez de
nuestros amores.
Sé
de alguien que sin embargo hizo honor en su vida hasta el final a ese tan
querido movimiento por atracción. “Mis ansias de verdad eran mi única oración”
decía Edith Stein. Su alma hambrienta,
se dejó arrastrar confiadamente por las profundidades del sentido allí
donde iba adivinando que la invitaba a una vida plena. A engendrar
en la belleza.
La
belleza de su vida llama a la mía y le regala el descanso lleno de vigor de la esperanza.
Sean
mis palabras un pequeño homenaje en este mes de agosto de
2012 en que se cumplen 70 años de su muerte en Auschwitz.
Marisa Mosto
PD: Hoy, 9 de agosto, la Iglesia celebra la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) patrona de Europa. Les recomiendo la lectura de la Homilia de Juan Pablo II el día de su canonización. Va el link: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1998/documents/hf_jp-ii_hom_11101998_stein_sp.html